Los seres humanos vivimos con unos códigos que delimitan lo que está bien y lo que está mal.
Todos (o casi todos) sabemos de sobra que el abuso de poder no es nada ético. No es difícil que se nos venga a la mente alguna figura que por puro egoísmo haya sido capaz de destruir lugares, hogares, familias… Que incluso se hubiese marcado como meta exterminar a razas enteras.
Una de las cosas que nos hace más «humanos», precisamente, es socorrer a otro cuando éste se encuentra en grave peligro. Ante una situación así, ¡por Dios! No se duda en absoluto de lo que debería hacerse. No, no se duda. Es una cuestión de ÉTICA.
Nos estamos cargando el planeta, y eso remuerde nuestra conciencia. ¿Qué tipo de daños estamos provocando en toda la Tierra con la actividad industrial? ¿Deforestación? Vamos a reciclar por lo menos, para ir minimizando la desaparición de los bosques y fauna que habita en ellos. Tenemos que frenar la contaminación, la extinción de especies animales, acabar con la crueldad, favorecer la igualdad entre las personas, descubrir la cura contra enfermedades terminales.
Debemos cuidarnos y cuidar este lugar en el que vivimos. Con lo bonitos que son los paisajes, hay que ver lo yermo que está quedando todo…
Mal. Muy mal. Fatal.
¿Qué pensará el Universo de todo esto que le estamos haciendo? ¿Qué nos espetaría en la cara si pudiese hablarnos en nuestra lengua? De alguna forma, o de muchas formas, ya se nos está advirtiendo del mal que infringimos a diario. ¿Verdad que podemos ver las consecuencias en la Tierra, aunque algunos se nieguen a reconocerlas?
Pues bien, mi conclusión sobre este tema es que en realidad al Universo le importamos una mierda. Pero no por constituir un virus. No por las acciones destructivas, egoístas. Sencillamente, al Universo no le importa porque no tiene una conciencia que filtre y clasifique lo que es bueno y lo que es malo. Por mucho que nos hayamos estado empeñando durante miles y miles de años, lo que está fuera de esa conciencia que nosotros poseemos como humanos no ve las cosas como un humano.
El mismo planeta de tanto en cuando se autodestruye, cargándose una parte importante de sí. Esa parte o desaparece, o bien se transforma. No hay un motivo ni una finalidad. En la galaxia, los cuerpos celestes a veces chocan y adiós. Las estrellas explotan, los agujeros negros devoran, el tejido cósmico se estira alejando a unos de otros y dejando entre ellos un vacío.
Me parecen super tristes estas cosas desde mi prisma de persona pensante, que a partir de los filtros de lo que es bueno y lo que es malo va por la vida, clasificando, conscientemente o no, qué es aquello que me beneficia y lo que personalmente me perjudica.
Acabar con una plaga de hormigas… ¿It’s ok?
Deja una respuesta